En medio del trabajo propio de todo el proceso de auditorías internas de calidad en el que nos encontramos concentrados en éstas últimas dos semanas los procesos administrativos de la universidad, bien vale la pena preguntarnos el sentido de las mismas y en general, de la relación de la calidad con la universidad. 

No cabe duda que todo el esfuerzo que venímos desplegando, ya desde hace varios años en nuestra universidad por obtener y mantener la certificación de calidad del área administrativa, adquiere su valiosa dimensión si logramos consolidar la conciencia de que hacer bien las cosas y cada vez mejor, tiene sentido si lo que hacemos en ésta institución, desde cada uno de los procesos, está al servicio del fortalecimiento de la calidad en términos académicos universitarios.

De no ser así, estaríamos dando cumplimiento formal a una norma, que por bondadosa que sea en términos de eficiencia, de trámites y procedimientos, pierde su sentido si no está presente, en últimas, no la misión administrativa, sino la misión institucional en términos de propiciar y apoyar la investigación, la docencia, la extensión y la innovación.

Nuestro quehacer institucional debe estar guiado por el autocontrol hacia el mejoramiento en el desempeño de nuestra Universidad y ésta es la razón de ser de todos y cada uno de los procesos administrativos, al servicio del cumplimiento de la misión institucional en cualquiera de sus manifestaciones.

Es importante, entonces, que la interiorización efectiva de la norma de calidad nos lleve a adoptar acciones de mejora, de prevención de riesgos y posibles fallas en nuestro funcionamiento – financiero, de gestión humana, de planeación, de servicios, etc…- a propiciar en mejor y mayor medida el desarrollo de la misión, la ejecución del plan de desarrollo institucional.

El mejoramiento contínuo tendrá pleno sentido, si la calidad administrativa está fortaleciendo la conexión con la comunidad universitaria y la región. La vigilancia formal de los requisitos de una norma tiene que transformarse, efectivamente, en una cultura de funcionamiento que propicie una mayor calidad en el cumplimiento de nuestra misión universitaria.