DISCURSO COLOQUIO DE PENSAMIENTO EDUCATIVO Y COMUNICACIÓN 

Pereira, 29 de septiembre de 2008 

Estando reunido tan selecto número de expertos en este Coloquio sobre Pensamiento Educativo y Comunicación, no puedo desaprovechar la ocasión para compartir con ustedes algunos elementos de reflexión que surgen de mi propia experiencia como Rector Universitario y además como Presidente de la red de Universidades que ofrece de manera conjunta el Doctorado que hoy nos ha convocado, desde la Universidad Tecnológica de Pereira 

Hay evidencia de que se está viviendo una profunda crisis en los procesos de la educación formal; lo que antes en términos de enseñanza-aprendizaje parecía lo apropiado, hoy no está dando los resultados esperados. Presumo que la revolución en los procesos de comunicación ha ocasionado una competencia apabullante sobre las formas tradicionales de enseñanza; la cantidad de información que envuelve la vida diaria de las personas desde el propio hogar, opera como un distractor muy poderoso que descentra la atención y banaliza las preocupaciones y deseos de quienes son sometidos a tan devastador bombardeo: la televisión, el cable, los realities, los videojuegos, los celulares, los PDA, los mp3, etc.: constituyen innovaciones que compiten con los hábitos de las generaciones precedentes. 

Cada día, las formas en que se desenvuelve el proceso educativo en los ámbitos formales se distancian más de las formas como interactúan las personas y los sistemas en la vida diaria. 

La educación superior por su parte está pasando de ser una educación de élite a ser una educación de masas; los mecanismos de selección natural que antes operaban para graduar a los más aptos son hoy contraindicados para alcanzar unos buenos resultados; ello se aprecia palmariamente cuando registramos los altos índices de deserción que acusa la educación superior en Latinoamérica, aunados a la baja calidad en términos lecto-escriturales, en matemáticas y en formación ciudadana con que llegan los estudiantes a las Universidades y que estas no logran remediar. 

Estos desencuentros, entre lo que está pasando y lo deseable nos llevan a considerar que la educación debe repensarse o refundarse, como dicen algunos, para adaptarse apropiadamente a las nuevas realidades. Ello implica que sea preciso innovar en las aulas y en los procesos de comunicación, no sólo para hacer uso de las nuevas tecnologías, potenciando el aprendizaje, sino para encontrar nuevos modelos que hagan más eficientes los procesos metacognoscitivos. 

Ya está demostrado que las maneras de aprender son diversas y que el conocimiento que se adquiere proviene de formas complejas de adquisición. No hay una sola inteligencia, por el contrario concurren distintas inteligencias o habilidades diferenciales en las personas, que invitan por lo menos a cambiar de mirada con respecto a los sistemas formales tradicionales de abordar la educación. 

De otro lado , hay que manejar un nuevo concepto de la evaluación, abandonando aquellas prácticas que buscaban detectar a los más listos, a los poseedores de ciertas habilidades que los hacían predestinados a descubrir los artificios apropiados para encontrar las soluciones. Hay que migrar hacia la evaluación de las capacidades para usar lo aprendido o en todo caso para involucrar con responsabilidad al evaluador dentro de la evaluación. Esta no puede arrastrar, ni las metodologías ni los paradigmas propios del pasado, sin la menor autocrítica 

El volumen de información y conocimiento que ha acumulado la humanidad y que se produce continuamente, ya hacen de los eruditos personajes de valor relativo; las habilidades para buscar la información y utilizarla se convierten en los elementos claves para una adecuada formación. 

Los docentes universitarios que poco se formaron en lo pedagógico para asumir como tales, sí que menos los hicieron para aprender a evaluar; aquí está todo por hacer. 

Independiente de lo que pensemos o creamos la educación hoy se mide en unidades discretas, intercambiables, en los llamados créditos académicos, y se compartimenta en competencias generales y competencias específicas. Una manera de privilegiar el saber hacer. 

En esto los Europeos nos llevan la delantera; desde Bolonia y sus derivaciones, se están delineando los nuevos caminos en la educación. Latinoamérica apenas atina a sumarse al cortejo. 

Hace falta un verdadero pensamiento crítico, que asuma los cambios con criterio y con propuestas. 

Hay que crear una nueva pedagogía que tome en cuenta la variedad de nuevos elementos que enmarcan la nueva realidad de la educación. Insisto hay que llevar la revolución a las aulas para desde allí desencadenar la acción transformadora que se le reclama, con razón, a la educación. 

Pienso que nuestro Doctorado en Ciencias de la Educación en sus diversas áreas de trabajo académico debe encarar estos aspectos propiciando orientaciones y propuestas que vayan iluminando los caminos del futuro. 

Así se ejerce de verdad la autonomía y la libertad académica que con tanto ardor y razón defendemos. 

Los doctorados son escenarios de investigación que deben proveer soluciones a la marcha social, su influjo sobre la realidad concreta debe ser un meta obligada. Esto es lo que la sociedad espera de ellos. Más ahora que el papel del conocimiento se ha vuelto el factor central del desarrollo y por ende de las transformaciones sociales positivas que este debe propiciar. 

La formación doctoral en Colombia se volvió el referente obligado para la docencia universitaria; ayer eran las maestrías. Los procesos de calidad empujan a los administradores universitarios para formar el recurso humano al más alto nivel. La matrícula en la formación doctoral en Colombia acusa el más alto porcentaje de crecimiento en lo corrido del siglo y algo parecido ocurre en Latinoamérica. 

Nuestros países, unos mas otros menos, han llegado un poco tardíamente a poseer las estructuras físicas y humanas que permitan crear y transferir conocimiento apropiado a nuestras condiciones, pero ya es evidente que hemos transgredido esta limitante y estamos abriendo oportunidades de superar el atraso relativo; no en las cantidades deseables, pero finalmente hemos salido del entrampamiento que nos condenaba a ser recicladores. Así percibo las nuevas realidades de nuestras universidades latinoamericanas. 

Todavía hay muy pocos doctorados en Colombia; pero las universidades se están movilizando para crear nuevas ofertas. Dentro de este panorama, Rudecolombia, nuestra experiencia de doctorado cooperativo con el apoyo de una red internacional de académicos colaboradores, se muestra como un modelo exitoso; al punto que estamos aportando un modelo a seguir para los posgrados asociativos en red. 

Sin embargo, hay que advertir que velamos porque sea un doctorado de mucha calidad, que no desvíe hacia malas experiencias de la cooperación,, que pudieran resultar, si no se encara su desenvolvimiento y evolución con el rigor debido. 

Es por ello que hemos decidido buscar la acreditación voluntaria de calidad de este Doctorado en Ciencias de la Educación, inaugurando el paso que está a punto de dar el Consejo Nacional de Acreditación CNA de ofrecer la acreditación para los posgrados. Para ello, y apoyados en los lineamientos que todavía están en discusión, adelantamos de manera autónoma un proceso de autoevaluación que debe conducirnos a provocar las acciones de mejoramiento necesarias. Y en esto, perdónenme la inmodestia estamos picando en punta. 

Este I Coloquio Internacional y II Nacional que se realiza sobre el pensamiento educativo y la comunicación, reafirma el énfasis que le estamos poniendo a la calidad de nuestro doctorado; ello explica la presencia de las autoridades académicas que nos acompañan: me refiero a los doctores Guillermo Orozco Gómez de la Universidad de Guadalajara, estudioso del tema de la imagen y las pantallas y su relación con los procesos de aprendizaje, Emanuel Lizcano quien trabaja el tema de los imaginarios sociales urbanos y Humberto Maturana Romesín, Director del Instituto Matríztico de Santiago de Chile, lo mismo que a los doctores Ignacio Muñoz y Ximena Dávila que lo acompañan, todos ellos distinguidos investigadores de los temas de la biología del conocer y el mundo de lo humano en los ámbitos de la cultura y el conocimiento. 

Es un honor tener en esta Universidad a tan importantes voceros del mundo de la ciencia, aportando su visión y conocimientos a un certamen del más alto nivel. 

El objetivo del Coloquio no podía ser más envolvente y seductor: propiciar un encuentro académico de reflexión sobre los temas que transversalizan el área de pensamiento y comunicación del doctorado: Educación, comunicación, historia y filosofía. 

Al que pida más, que le piquen caña, solemos decir aquí en el lenguaje coloquial. Que extraordinario banquete para la inteligencia el que ha logrado fraguarse gracias al empuje y visión de sus organizadores encabezados por la doctora Olga Lucía Bedoya. 

Sé que este evento ha despertado una gran expectativa y nos acompañan y acompañarán ilustres académicos de todo el país, lo que nos llena de orgullo y complacencia. 

A los conferencistas y a los asistentes nuestra cordial bienvenida y los mayores deseos para que esta cita del intelecto tenga los mejores resultados. 

Han llegado a su casa. Bienvenidos, declaro instalado este I Coloquio Internacional y II Nacional sobre el pensamiento educativo y la comunicación. 

Muchas gracias, 

LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ 
Rector 
Universidad Tecnológica de Pereira

Fecha de expedicion: 2008-09-29