DISCURSO LIBRO JORGE ROA MARTÍNEZ, MEMORIA DE UNA VISIÓN COSMOPOLITA

Pereira, 1 de diciembre de 2009 

Como un aporte para construir y conservar la memoria de quien fuera sin lugar a dudas el egregio fundador de la Universidad Tecnológica de Pereira y a propósito de estar arribando a los primeros cincuenta años de vida académica de esta Institución, me pareció apenas una obligación, propiciar este trabajo de investigación histórica, que apunta a revelar la vida y obra de Jorge Roa Martínez, un boyacense, que se incrustó en la historia de Pereira como uno de sus grandes prohombres. 

Desde la historia local se podía dar cuenta del accionar de Jorge Roa Martínez durante el tiempo que residió en Pereira, pero eran exiguas las informaciones que se tenían sobre sus primeras etapas en los entornos de Guateque, Tunja y Bogotá. Una de las buenas razones que inspiraron este libro fue precisamente develar este halo de misterio. 

Al leer este trabajo no queda duda de que estamos frente a un hombre soñador, dotado de virtudes e inteligencia excepcional; que para bien de nosotros el caprichoso destino lo instaló en esta comarca para convertirlo en uno de sus más esclarecidos líderes. Pereira, una tierra de inmigrantes, síntesis de razas y de culturas lo recibió con admiración y lo convirtió en uno de los suyos. 

No fue Roa Martínez la excepción. A lo largo de su corta historia llegaron a Pereira de diversas regiones, inmigrantes que se radicaron y se convirtieron en piezas claves para el desarrollo de la ciudad. Figuras como las de Manuel Mejía Robledo, Deogracias Cardona, Camilo Mejìa Duque, Enrique Drews, Francisco Mejía, Epifanio Gaviria, Alfonso Jaramillo, Santiago Londoño, Ricardo Mejía Isaza, Gonzalo Vallejo, José Tejada, Luis Carlos González, Alberto Aristizábal, Abel J. Jaramillo, Luis Eduardo Castrillón, Guillermo Echeverri, Carlos de la Cuesta, Emilio Correa Uribe, Guillermo Ángel Ramírez, Arturo Valencia Arboleda, Gilberto Castaño Robledo, Hernando Ángel Marulanda, Carlos Ángel, Carlos Drews, Rafael Cuartas Gaviria y muchos otros, que estuvieron al frente de los procesos de construcción, desarrollo industrial, ganadero, agrícola y comercial de una ciudad que apostó por vincularse a la modernización del país. 

Proveniente de Guateque, una pequeña población del Departamento de Boyacá, Jorge Roa se educa en el Colegio San Bartolomé de Bogotá a comienzos del siglo XX, donde comparte pupitre con lo más rancio de la aristocrática elite capitalina. El, conservador de origen, aunque liberal en sus actuaciones no tuvo inconveniente en destacarse de manera temprana como un promisorio exponente del Centenarismo; es decir de aquella pléyade de colombianos que fulguraron en la política en las vecindades del primer Centenario de la independencia Nacional y que habrían de dominar la política durante los siguientes 50 años. 

Abogado de la Universidad Nacional de Colombia, su tesis de grado fue un estudio sobre el tributo; una manera de abrirle paso a los impuestos directos al capital y a la renta como forma de financiar el Estado, enfoque innovador pues en su época toda la tributación era indirecta. Desde sus primeras etapas Jorge Roa se caracterizó por ser un individuo ilustrado y polifacético, que podía escribir de arte, de minerales o de política con la misma soltura. Incursionó en la política alcanzando importantes dignidades en su departamento y en el país. Así llegó a la Gobernación de Boyacá primero en calidad de encargado y luego en propiedad, donde hizo gala de sus conocimientos de Estadista; asombra la manera como insistía en la estadística pública como elemento insustituible de un buen Gobierno. También ingresa a la Cámara de Representantes donde desarrolla importantes debates sobre recursos mineros y energéticos, régimen agrario y colonización. Cuando todo apuntaba a una fogosa carrera política, incapaz de asimilar aquellos tiempos de sectarismo, prefirió derivar su camino hacia la empresa privada y el ejercicio de la profesión de abogado. Como apoderado de dos bancos, el Banco Agrícola Hipotecario y el Banco de Bogotá, se dirigió a Pereira con el mandato de abrir sendas sucursales, a donde llegó a lomo de mulo en el año 1926. 

Aquí prontamente trabó amistad con lo más granado de la ciudad vinculándose a las causas cívicas más importantes; en particular a la Sociedad de Mejoras Públicas, fundada en 1925, un año antes de su llegada, por Manuel Mejía Robledo, un coloso del civismo, quien habría de morir tempranamente pero quien dejó sentadas las bases de lo que habría de ser Pereira. 

Jorge Roa, hombre profundamente católico, amigo de Obispos y Cardenales, no tuvo problema alguno para tejer amistades en todas las vertientes del pensamiento de su época. Se casó con Tulia Drews, la hija de un destacado liberal, propietario del local donde inició la tarea como banquero a los pocos días de arribar a Pereira. 

Desde el civismo y el comercio, Jorge Roa Martínez, desplegó una febril actividad por la modernización de la ciudad y su progreso. Los primeros pasos en Planeación que dio Pereira llegaron de su mano. No hubo gesta donde Jorge Roa no hubiera sido protagonista de primera fila: La fundación del Club Rotario, el Hospital San Jorge, el aeropuerto Matecaña, el Batallón, el ferrocarril, los Parques y sus estatuas, la Universidad Tecnológica, el Bolívar desnudo, para no recordar toda su labor en torno a la educación de los niños y a la serie de programas sobre infancia lideró a través del Club Rotario en distintas comunidades. 

Fue llamado por el Presidente Ospina Pérez a ocupar la Gobernación de Boyacá en el año 1947, donde no resistió el fanatismo y el clima de violencia reinante entre unos y otros. Su propósito de lograr la convivencia y propiciar el progreso usando la técnica como arma de Gobierno se vio truncado y por eso regresó de nuevo a Pereira, a su familia y a sus amigos rotarios. Tres años después de su fallido intento por hacer de su región natal un ámbito de progreso fue nombrado Alcalde de Pereira en el año 1950, desde donde pilotea el progreso de la ciudad. Se hace famoso por producir un decreto que condena con multas draconianas a quien osase cortar árboles en el sector de la Julita, sitio que Jorge Roa ya tenía reservado para la culminación de sus sueños; una Universidad Técnica. En el año 1954 fue nombrado por la Corte Suprema, Magistrado del Tribunal Superior de Pereira, cargo que ejerció por cuatro años. 

Desde el Club Rotario, de quien fue su fundador y Presidente en múltiples ocasiones, pone en marcha la estrategia que habría de conducir a la creación de la Universidad Tecnológica de Pereira, en medio del clima festivo que invitaba a la ciudad a celebrar en 1963 sus primeros cien años de vida oficial. 

Hoy como su actual Rector desde la distancia del tiempo, inclino mi cabeza con respeto hacia este mayor y todos los que lo acompañaron en su gesta. Son muchas las enseñanzas que se derivan de la forma como actuaron en vida estos forjadores de cultura y progreso. Difícil siquiera tratar de emularlos, hay que convenir en que seguimos en deuda con el pasado. 

Cuando Pereira se prepara para su sesquicentenario, este trabajo hace visible los preparativos que hizo la ciudad para celebrar su Centenario. Jorge Roa estuvo en el corazón de las tareas que se impuso la ciudad para sus primeros cien años. Creo que servirá como estímulo a todos aquellos que nos corresponde el relevo. 

Con cariño entrego esta obra a la ciudad de Pereira. Una historia que a propósito recrea la propia historia del país, pero que como toda investigación, no cierra el fascinante tema que aborda. 

Álvaro Acevedo Tarazona, Diana María Rodríguez Herrera y el Pbro. Nelson Giraldo Mejía, autores del libro merecen nuestro reconocimiento por su importante y seria labor. Así mismo expreso mi agradecimiento al equipo humano de coordinadores de la edición, a la diseñadora del libro Aura Margarita Calle y a los profesionales del Centro de Recursos Informáticos y Educativos CRIE, quienes acompañaron el desarrollo de este trabajo; una tarea que la Universidad estaba en mora de atender. 

Finalmente un abrazo a la familia Roa Drews y a todos sus allegados quienes podrán con orgullo sentirse parte de la gran Universidad Tecnológica de Pereira, un legado imperecedero de un hombre verdaderamente excepcional. 
Muchas gracias. 

LUIS ENRIQUE ARANGO JIMÉNEZ
Rector

Fecha de expedicion: 2009-12-01