Intervención Programa Formación de alto nivel en Gestión Estratégica de la Innovación

Los últimos veinte años han transformado profundamente las universidades colombianas en todos los aspectos, aunque quiero detenerme sólo en aquél que se relaciona con la investigación. 

Recordemos que los primeros doctorados en el país apenas se aprueban para la Universidad Nacional de Colombia hace un poco más de veinte años y que ello abre el camino para que otras universidades fueran incorporando, de manera gradual, esta modalidad de formación, premisa fundamental para que las actividades científicas puedan surgir y fortalecerse de manera sistemática. 

Hemos crecido en este campo, aunque naturalmente no en los volúmenes deseados y sobre todo, este relativo progreso, aunque ha transformado las universidades, sacando a muchas de ellas de su condición de universidades de docencia, acercándolas a una nueva condición de universidades de docencia e investigación, no ha logrado verse aparejado con una influencia tangible e importante en el sector real de la economía, para producir bienestar y progreso social. Podríamos decir que hemos hecho ciencia para la ciencia o para los investigadores, pero no para la sociedad. 

Esto nos ha ocurrido cuando en el mundo, los procesos productivos y sociales han migrado cada vez más hacia escenarios donde el conocimiento científico y tecnológico se vuelven insustituibles para generar valor, y donde la competitividad se hace indispensable para que los países puedan remontar sus índices de crecimiento, y abrirse paso en un mundo cada vez más interdependiente y globalizado. 

Hoy en día a las universidades no sólo se les pide profesionales; se espera que ellas impacten la sociedad y la economía, contribuyendo a transformarla. 

Las universidades emergen, cada vez con más fuerza, como centros que deben irradiar conocimiento aplicado y transformador. 

Este es el panorama que enfrentan las universidades colombianas y su mayor reto es encontrar las claves que nos permitan afrontarlo con éxito. 

Solemos disculpar nuestro relativo atraso insistiendo en los errores del pasado, explicamos que la ausencia de una política consistente en materia de ciencia, tecnología e innovación, no ha permitido tener niveles adecuados de inversión en ella, decimos que la sociedad no aprecia el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación como motor de desarrollo y que por consiguiente ni los empresarios, ni los ciudadanos se han preocupado por ellas, arrojándolas a la marginalidad. 

Estas carencias, infortunadamente siendo ciertas, no pueden copar todo el espacio en el análisis, so pena de convertirnos en notarios o historiadores de nuestras dificultades, posición muy cómoda para ejercer de opositores, pero poco útil. Hay que mirar hacia adelante, apreciar lo que hemos avanzado, así sea poco, y reconocer que atravesamos un período especial de reconciliación con estas temáticas, que existe conciencia creciente en el Gobierno y en la sociedad sobre el papel crucial de la ciencia, la tecnología y la innovación en el progreso nacional, evidenciado en la multitud de iniciativas y programas en curso. 

Los planes y programas del Gobierno no cesan en hacer llamados en esta dirección: el Plan de Desarrollo vigente; la propuesta Visión Colombia II Centenario 2019; la agenda interna; el Consejo Nacional de Competitividad; los Consejos regionales, la política de ciencia, tecnología e innovación en discusión, con propósito de convertirla en documento CONPES; el Proyecto de Ley que cursa en el Congreso; el aumento a los recursos de Colciencias; el fortalecimiento de apoyo a los doctorados o los esfuerzos del Sena en el mismo sentido, para sólo citar unos ejemplos. 

Pero quizás, lo más significativo sea la gran disposición de empresarios y universidades, estimulados por el Gobierno para encontrar escenarios de trabajo cooperado que permitan la transferencia de conocimiento deseable. 

Si alguna lección hemos aprendido de procesos transformadores en otros países, es la importancia de generar acuerdos y consensos sociales de vasto alcance para impulsar propósitos comunes. Alinear la sociedad a través de sus voceros en la búsqueda de objetivos compartidos, debe volverse un propósito de Estado; los intereses contingentes, de la inevitable contradicción gobierno-oposición, deben hacerse a un lado si queremos la prosperidad del país. 

Pese a nuestro atraso relativo, insisto en ello, porque no basta con mejorar con respecto a nosotros mismos, se están haciendo algunas cosas importantes en términos de la relación Universidad-Empresa-Estado en el país, que merecen difundirse, apoyarse y replicarse hasta donde sea posible. 

En particular, los comités Universidad-Empresa-Estado que se han venido instalando en las regiones, se convierten en una promesa para avanzar en la perspectiva de una real interacción con el sector productivo, donde la universidad y los empresarios encuentren el eslabón perdido. 

Las regiones empiezan a desperezarse y asumir con decisión la relación Academia-Empresa-Estado como una causa común. El programa de Formación de alto nivel en gestión estratégica de la innovación cae como anillo al dedo en estas dinámicas; con él se busca animar empresarios con vocación innovadora para fortalecer sus competencias en los temas de la innovación, lo que sin lugar a dudas potenciará los esfuerzos que se están desplegando. 

Los empresarios son los aliados insustituibles en la tarea de fomentar la innovación; es con ellos y para ellos que se debe trabajar. 

Si hay competitividad hay desarrollo y habrá bienestar social; si no los hay, no hay camino posible. 

El Eje Cafetero ha resuelto encarar el tema de la innovación en términos de región más que de departamento, para ello estamos aunando criterios y visiones que nos permitan actuar en conjunto. 

Con el apoyo del Ministerio de Educación Nacional hemos concertado fortalecer en conjunto una instancia que coordine, fomente y promueva la relación Universidad-Empresa en el ámbito regional. 

Agradecemos a los empresarios del Eje Cafetero el haber atendido esta convocatoria y en particular al Dr. Roberto Galvez Montealegre por el apoyo que nos está brindando con su liderazgo y experiencia; tenemos una gran fe en su trabajo. 

Agradecemos a Colciencias, al SENA y la Organización de Estados Iberoamericanos OEI, el patrocinio de esta experiencia que se realiza simultáneamente en seis regiones de Colombia. 

Así mismo, a las universidades colegas y en particular a la Universidad del Rosario, quien lidera el ejercicio, con quienes estamos trabajando en red para hacer una oferta de muy buena calidad. 

Así mismo, les deseo éxito y logros a los empresarios y demás participantes en este estratégico programa; manos a la obra y mucha empeño para llegar a la meta. 

Muchas gracias, 

Luis Enrique Arango Jiménez
Rector 
Universidad Tecnológica de Pereira

Fecha de expedicion: 2008-08-28