En la columna anterior explicábamos la conclusión del estudio de la fundación  compartir en el sentido de que el factor docente es el principal desencadenante de la calidad educativa, lo cual a primera vista no tiene discusión; sin embargo, hay otro factor igualmente crítico, complementario, que no se abordó y es el tratamiento que le da el país a la primera infancia,  es decir a las niñas y niños menores de seis años de edad, que hasta hoy sólo de manera muy marginal recibe una atención integral. Por atención integral se entiende  velar por la salud, la nutrición,  ambientes sanos, educación inicial apropiada, como básico.

Habida cuenta que son en esas fases tempranas de la formación donde se sientan las bases de lo que habrá de ser el futuro desempeño de las personas, el no aprovecharlas significa una pérdida irreparable, y eso es lo que esta ocurriendo en Colombia. Se calcula que existen 5.132.000 niñas y niños menores de seis años y el plan Nacional de desarrollo apenas tiene una meta de llegar a 1.200.000, es decir menos de la cuarta parte, en la estrategia gradual, llamada de cero a siempre.

Dentro de esa estrategia apenas  algunos de esos niños se están  atendiendo en los centros de desarrollo Integral (CDIs),  donde se aspira a darles una verdadera formación integral, contando con instalaciones  modernas y con personal capacitado.

En Pereira por ejemplo, para 2014 la población en primera infancia se estima en 41.121 niños. La cobertura total de atención del ICBF a la primera infancia  es de 9.974 niños. De los niños atendidos sólo 1792 reciben educación inicial  a través de CDIs,  Los demás están a cargo madres comunitarias en las casa de estas y en hogares infantiles pero en todo caso sin el factor pedagógico  y sin una apropiada formación inicial, sólo atendidos en cuidado y nutrición.

Adicionalmente se estima  que mediante oferta privada (tipo jardines infantiles y colegios) se cubren otros 3.423 niños en el rango de edad de la primera infancia. Así las cosas, solamente 5.215 niños entre los 0 – 5 años reciben formación inicial, lo que significa una cobertura de sólo el 12,6% sobre el total.

Las cifras Nacionales y locales, y el significado de la atención integral dejan claro que el frente de la primera infancia es urgente y estratégico. La inversión en la primera infancia iguala las oportunidades en el futuro y cierra la transmisión generacional de la pobreza y la desigualdad.

En este afán  se desarrolla en Pereira una experiencia  de coordinación de actores que busca hacer de la formación inicial un modelo de excelencia que a traves de la articulación   vaya configurando una ruta de  formación hasta la misma educación superior, en lo que se ha llamado el círculo virtuoso. La Alcaldía, el ICBF, Comfamiliar Risaralda, las Universidades y numerosas organizaciones de la sociedad civil, apoyan la formación de 308 niñas y niños en el Centro de Desarrollo Integral Perlitas, a quienes se les enseña Inglés, artes,  pensamiento científico, Tics, etc.  

El proyecto busca ir tejiendo un camino que vaya perfilando el futuro de los infantes, por ello trabaja alineado con una Institución Educativa de básica y media y con la propia Universidad Tecnológica  de Pereira.

 La experiencia tiene lugar en el barrio Tokio, un asentamiento en el oriente de la ciudad con precarios indicadores sociales. Se trabaja de manera estrecha con las  familias de los niños para estimular proyectos de vida que  coadyuven al éxito de la propuesta.

 La idea es multiplicar los CDIs y construir otros círculos virtuosos  con otros colegios y universidades  en una siembra progresiva.

 Ya habrá tiempo de  explicar más a fondo lo que es el círculo virtuoso.