El siguiente es el texto de la columna que el Rector de la Universidad Tecnológica de Pereira, Ingeniero Luis Enrique Arango Jiménez, publica esta semana en el periódico La Tarde, se denomina La VI Cumbre y la Educación.

Tuve ocasión de seguir la transmisión del foro organizado por la cumbre empresarial, que de manera paralela  sesionó en Cartagena a la sombra de la VI cumbre de las Américas; me refiero al Foro sobre Capital Humano  en la Economía del conocimiento, con la participación de un   selecto grupo de panelistas internacionales, moderados por el reconocido autor y    periodista  Argentino, Andrés Oppenheimer.  Muy pertinente haber escogido  a este conocido comunicador de la CNN, pues ha sido un crítico informado  del papel que juega la educación en nuestros países, sobre todo las Universidades. No hace mucho  publicó   una investigación que contrasta la situación  de los Estados y las Sociedades de América latina en materia educativa  con la de otros Estados  que han hecho de la educación un propósito nacional, entre los que se cuentan   Finlandia, Israel, Corea, China, India,  y   Singapur. El libro titulado “Basta de historias”,  resume análisis y entrevistas  con las autoridades del sector de la educación de  países de un lado y del   otro, y muestra con cifras y datos la  brecha creciente  y la necesidad  de actuar con urgencia.

Como era de esperar Oppenheimer fustigó a  los empresarios y a las  autoridades presentes sobre el  poco esfuerzo que se hacía en América Latina en el tema educativo  y puso como ejemplo el  bajo número de días efectivos de estudio en el año en el sistema escolar de  nuestros países, sin contar la  ausencia de cultura de estudiar horas adicionales,  que nos distanciaban profundamente  de los asiáticos; las debilidades en Ciencia, Tecnología e Innovación; la inclinación por las Ciencias Sociales,  la poca inversión relativa que hacen los Gobiernos , entre otros.  Noté en algunos panelistas  una actitud defensiva e incluso reactiva llegando a afirmar  que la institucionalidad educativa formal no era el único factor para desencadenar la competitividad, pues además  no  formaba en las competencias que eran hoy en día cruciales para el emprendimiento, señalando en particular la creatividad y el trabajo en equipo.  Oppenheimer replicó mostrándose perplejo al no entender como entonces  los asiáticos registraban 80.000 patentes en los Estados Unidos al año,  cuando los Latinoamericanos  escasamente superaban las 500.  A renglón  seguido uno de  los panelistas  afirmó que Steve Jobs, el genio de Apple,   no había ido a la Universidad cosechando  algunas  risas del auditorio. 

Aunque puede haber algo  de razón en  algunas de las apreciaciones criticas con el sistema educativo,  lo que sí es absolutamente incorrecto  es que Steve Jobs no hubiera sido influenciado por la Universidad; aunque desertor fue de allí donde  fortaleció su  capacidad y espíritu emprendedor; otra cosa es que hubiera atendido las clases que quiso y que se apartara del currículo.  Una cosa similar puede decirse de su  socio y compañero de aventura,  Steve Wosniak.  De otro lado Sillicon Valley, transpira Universidad por donde se le mire

Pero todavía más, cuenta la biografía que  el compromiso de los padres adoptivos de Steve Jobs, para recibirlo en adopción, condición de los donantes, era enviarlo a la universidad; y a pesar de no ser muy  solventes con mucho esfuerzo lo hicieron.  Su paso por la Universidad estaba marcado desde el vientre.

Esto como anécdota, la verdad es que  quedo claro que   estamos conminados a hacer mayores inversiones en educación, a poner un énfasis especial en la primera infancia, a modificar los contenidos y metodologías educativas para  despertar la creatividad,  a fortalecer las ciencias básicas para inducir la investigación básica y aplicada, a formar ciudadanos integrales con valores que promuevan  la convivencia  y la responsabilidad social. Definitivamente, la educación como conjunto y la educación Superior son  insustituibles  para lograr la  anhelada prosperidad.

Luis Enrique Arango Jiménez