Finalmente parece que hay luz al final del túnel; después de 9 semanas de conflicto, se han dado las condiciones para que una comisión de estudiantes y otra del Consejo Superior  se sienten a conversar sobre un pliego de peticiones  que motivó,  primero un paro estudiantil,  y después, bajo la persistencia de las medidas de hecho,  una cancelación selectiva de semestre para aquellos que fueron renuentes a asistir a las clases. Los estudiantes han admitido abandonar los bloqueos que mantenían en algunos sitios de la Universidad  y se ha firmado un acta de compromiso al respecto.

Mucho se reclamó la falta de diálogo, pero este requiere en primer lugar que no se condicione  a puntos imposibles de cumplir por la contraparte  y en segundo lugar, pactar  los términos en que se desarrollará el mismo, una vez se haga viable. No puede una parte fijarle unilateralmente  a la otra, sitio, agenda, duración, y alcances. Esto es apenas elemental.

La nueva situación abre una luz de esperanza para los estudiantes  que técnicamente están por fuera de la Universidad y por lo tanto sin ninguna posibilidad de  avanzar en su formación académica durante el II semestre de 2013.

Mucho se habló de derogar la cancelación del semestre y hubo  de explicarse que el semestre no estaba cancelado; 8723 estudiantes de pregrado continúan activos, atendiendo mínimo una asignatura de las que matricularon originalmente. De hecho están muy cerca de terminar clases.  La cancelación entonces operó para algunas  asignaturas y para 6455  estudiantes, un 42.53% del total, que quedaron por fuera. Varios programas completos continuaron funcionando. Todo el posgrado continúo funcionando.

La Universidad para continuar operando, y atender los derechos de petición de quienes querían continuar estudiando,  tuvo que hacer uso de espacios alternos, fuera del campus, proporcionados por universidades colegas  y por colegios ya que los bloqueos y las interferencias  no lo permitieron.

Frente a la necesidad de normalizar la situación académica de aquellos estudiantes que aparecen cancelados hay que tomar en cuenta la distancia en que se encuentran con respecto a los que continuaron recibiendo clase. Los últimos van para  15 semanas de actividad, mientras los primeros se quedaron en cinco semanas. No parece posible reunir los unos con los otros bajo la premisa de desatrasarlos,  a estas alturas del semestre.

El Consejo Superior,  por recomendación del consejo Académico,  determinó adelantar un censo para diseñar una oferta especial que tome en cuenta la situación de cada estudiante y sobretodo la disponibilidad para aprovechar una u otra opción. Se sabe que muchos estudiantes ya prefieren empezar de nuevo y se inclinan por soluciones financieras.

Los académicos, sin descartar nada, vislumbran ofertas alternativas como cursos intersemestrales, cursos tutorados, exámenes de suficiencia, e incluso cursos intensivos de inglés. La idea es aprovechar al máximo el tiempo disponible.

Como en todo conflicto universitario, los mayores perdedores son los propios estudiantes que caen presa fácil de posturas extremas, valorando de manera equivocada las reales posibilidades y la verdad sea dicha, hay otros que tratan de aprovecharlos, induciéndolos al error. Pierde la ciudad, pierde la región, pierde la sociedad, todos perdemos.

Pero todo tiene su final, como la canción, y ahora todos debemos tratar de superar la crisis volviéndola oportunidades. Claro que hay que mejorar cosas, siempre será posible.

El Consejo Superior desde un comienzo anunció la disponibilidad para abrir un gran diálogo con todos los sectores para construir en conjunto; la idea es que todos aportemos  para la universidad del Futuro. No se trata solo de atender a intereses individuales, gremiales o corporativos, está de por medio la Universidad que requiere el desarrollo responsable y con equidad de Colombia.


 Luis Enrique Arango Jiménez

Rector Universidad Tecnológica de Pereira

Presidente Sistema Universitario Estatal